Nunca lo supe!
Ha sido un día interesante. Emociones encontradas, amores perdidos, amistades retomadas... Y para cerrarlo con broche de oro, me encuentro con un relato que su autor me envía al INBOX. Lo comparto y agradezco tan grande honor que realmente creo no merecer.
Destaco una frase que particularmente me hizo reflexionar: ¨A veces lo no dicho a tiempo se convierte en la trinchera de la soledad¨
ILUSION
Hace años, en un país de la Europa Central, se llevo a cabo una fiesta que conmemoraba el día del cambio lunar, dicha fiesta fue organizada por la Directiva del Observatorio Cósmico, fiesta peculiar ese año, porque no se hizo bajo la luz de la luna y las estrellas, se llevo a cabo en un lugar que le decían el Caserón, ubicado en la calle de San Claud d´ Seillevant.
Esa fiesta fue coordinada por, Jean Pier Fontainne, director del observatorio y bohemio de afición, todos lo conocían en las esferas de juerga y fiestas, trasnochaba de bar en bar, siempre con su puro y vaso de whisky. Organizar esa fiesta les llevo un par de semanas, ya que idearon realizar juegos de cartas, veladas teatrales y condecoraciones a los científicos más influyentes a nivel académico, reconocimiento que también obtuvo Jean Pier Fontainne, por su entrega al servicio cultural y académico.
Llama la atención que nuestro ilustre Jean Pier, vivía desde hace varios días al evento, una fantasía, la cual consistía en ver a su musa, ataviada en sus brazos, rodeada por sus besos en la fiesta que estaba organizando, de una u otra forma, la imaginaba límpida a sus sentimientos y creía que todo lo que él le propusiera esa noche, bajo el bello resplandor de la luna llena, ella románticamente asentiría todo tipo de propuesta; tomando en cuenta que la intención de Jean Pier yacería en poner todo su amor a los pies de su admirada. Esta linda musa se llamaba Marie Beliuev Montesfar a la que el muy cariñosamente apodaba Selene, porque era la diosa de sus noches.
En los días previos al evento Fontainne, le insistía Marie Montesfar que asistiera a la fiesta que él, estaba organizando para los científicos adscritos al observatorio, Marie de forma esquiva y maliciosa le decía que tal vez llegaría pero que no le daba seguridad, expresiones que invadían a Jean Pier en un socavón constante, Marie le insistía que invitara también a sus amigas ya que si ellas asistían, lo pensaría. Montesfar hacía gala de su belleza y el asedio de muchos pretendientes, hasta se podría decir, que se daba el lujo de seleccionar a quien le dirigía la palabra, eso Jean Pier lo sabía de sobra, y pensaba que por no tener algunas de las condiciones de existencia vital para su cortejada, las cuales él reprochaba, nunca podría conseguir el amor de su musa Selene.
El día de la fiesta se llegó, Jean Pier, hizo caso a su instinto o sueño repentino y ese día vistió todo de negro, siempre asociaba la vestimenta negra como elegante y siendo el organizador del evento se tenía que lucir, sin dejar de mencionar que un gran número de científicos mujeres lo incitaban a bailar alguna melodía, declamar un verso o beber una copa en cualquier bar, junto a ellas. Empezada la noche mientras recibía a los invitados, alzo su mirada hacia la puerta principal y ahí estaba su Musa, de pie, como una princesa esperando a su escolta para bajar al gran banquete, ella misteriosamente también vestía de negro, Fontainne, no lo podía creer, llegaba vestida como él la había imaginado innumerables veces, se acerco a ella, y el brillo de sus cafetos ojos lo dejaron atónito, siempre se había dicho que Jean Pier era un galante, exquisito y sofisticado amante, pero esta vez, por primera vez, temblaba como un adolescente que se enfrenta a conocer el sutil olor de la carne.
Fue Marie Beliuev, quien inicio la conversación, le pidió que la acompañara hasta el centro de la fiesta para buscar a su amiga, Madeline Burcast; Jean Pier, no lo podía creer, llevaba del brazo a su musa a la fiesta que había organizado y sabia que los ojos de más de doscientas personas se fijaban en ellos, y en lo bien que se veían juntos, parecían una pareja del ducado medieval que se presentaban al investimento de una nueva dinastía, y así recorriendo cada metro del salón de baile, logro dejar a su musa con sus demás amigas, obteniendo el trato de bailar un par de melodías juntos.
La noche trascurría y Jean Pier saludaba a todas las personas que llegaban, departía con algunos, bromeaba con otros y bailaba con todas las invitadas a las que se lo había prometido, sin descuidar por supuesto el instante mágico que tanto tiempo había buscado, bailar y declararle su amor a la musa de lustre sentimiento. Marie Montesfar por su parte dejaba que cual mas galante auspiciador, político o científico se le acercara para proponerle bailar, y escogía la melodía y la persona como si estuviese escogiendo avellanas cerca de un cerezo; su determinación era férrea, Jean Pier, la observaba y se preguntaba si ella ya había dilucidado sus intensiones y si era así, pensaba que su comportamiento se dirigía a fustigarlo con celos mal fundados, Marie se lucia en la pista de baile, con su belleza, porte y vestida de arrogancia y altanería, dejando un halito de perfume en cada metro que recorría al compás musical.
Por fin Jean Pier se acerco a ella, le propuso bailar un par de canciones, llego el momento que tanto se había imaginado, el momento perfecto, nada podía salir mal, después de esas canciones la fundiría con un beso tierno y apasionado y gritaría a los cuatro vientos que amaba a la mujer de sus sueños y que el destino le había permitido ser correspondido, que desde ese momento seria la pareja envidiable, ya que juntos recogerían la armonía del universo, al fin dos almas unidas por el destino, y discrepadas por el tiempo, estarían juntas para ser una sola persona, una esencia, ambos vivirían un amor esencial.
Ante su pregunta Marie Montesfar, contesto que no querría bailar, a Jean Pier se le vino el mundo abajo, su corazón se hizo un cascote, ella manifestó que prefería caminar por las áreas abiertas del caserón, que necesita aire y querría descansar un poco. El caído Fontainne se dio cuenta que tenía que cambiar de estrategia rápidamente, la cual no le costaría, porque en sus noches de sueños ya había concebido otras posibilidades, de cómo llevar a cabo su tan planeado proceso de amor; no contaban que al caminar juntos y buscar un lugar de descanso para Marie, muchas personas se detendrían a saludarlos, y a felicitar a Jean Pier por el éxito de la fiesta, ambos querían sentir el resplandor de la luna, el brillo de las estrellas y la suave briza de la noche, entre abetos lograron esconderse de las punzantes miradas.
Después de mucho tiempo se dieron cuenta que estaban solos, Marie lo observaba y lo veía inquieto, en el fondo sabia que algo sucedería, luego se abrazaron, el mundo dejo de existir, atónitos se separaron del abrazo, y no dijeron nada, a Jean Pier lo invadió la cobardía y el temor a ser rechazado por la musa de sus sueños, no sabía si ese abrazo solo significaba amistad, entrega, amor, conmiseración, lastima o petición de tiempo, callado después de un respiro sonoro la invito a ir por una copa, Marie accedió con un millón de dudas en su mente, no había podido leer los ojos del bohemio, regresaron al salón y después comenzaron a bailar, los nervios habían bajado, Fontainne sabía que no había podido decir nada de sus intensiones pero su alma lo había gritado, bailando frente a frente se perdió en el centro de los ojos de Marie, su mirada lo envolvió hasta el punto de no poder proferir palabra alguna, fue un momento eterno, las melodías pasaban, ellos seguían bailando, Fontainne no lo podía creer, esa noche el tigre cazador, termino siento un cachorro cobarde, cazado, incapaz de profesar su amor, Marie Montesfar, tampoco dijo nada, bailo, cerro sus ojos, esa noche Marie conoció el mundo etéreo, su alma fue arrebatada y se junto con la Fontainne, en la ubicación del lucero azul, las horas transcurrieron, ninguno de los amantes quiso decir algo, cada uno contaba los eslabones de la cadena que se tejía lentamente, ambos disfrutaban el trato recibido y como profesantes de las estrellas, soñaban con una dimensión de éxtasis; las melodías cambiaban una con otra, las personas saludaban algunas, otras se despedían y esta bella pareja de corte medieval no pudo declarar ningún tipo de sentimiento.
Marie, se despidió con un cálido beso en la mejilla de Jean Pier, era hora de marcharse, la había pasado bien, inexplicablemente, sabía que su destino había sido atado, que esa noche dejaría huellas para siempre, a partir de ese día nada sería igual, ella viviría situaciones que nunca se habría propuesto vivir, emociones que jamás las podría concebir en su mente, en los años venideros su ser seria uno solo con el Jean Pier.
Jean Pier Fontainne, amante bohemio, se dio cuenta que por más que planeara su enviste cariñoso, solo el destino tenia la última palabra, las energías del universo lo habían llevado a otra dimensión, al espacio desconocido, esa noche no pudo estar con Marie, simplemente conoció a su Amor Esencial, es cierto no pudo presumir, se encontró con un corto tiempo sin poder tener el valor de manifestar su amor, sin el coraje de proponer una alianza sentimental con su amada Selene, se dio cuenta que estaría atrapado en las redes del destino y que jamás podría liberarse de la que llegaría a ser el motivo de su vida.
A veces lo no dicho a tiempo se convierte en la trinchera de la soledad, Jean Pier Fontainne y Marie Beliuev Montesfar, dos almas unidas eternamente, generación tras generación saben que son una sola energía cósmica, que reencarnara en otras vidas y aportaran equilibrio al mundo de los sentimientos y la razón...
A ti, Mónica…
Y concluyo, si algo debes decir simplemente dilo.
Destaco una frase que particularmente me hizo reflexionar: ¨A veces lo no dicho a tiempo se convierte en la trinchera de la soledad¨
ILUSION
Hace años, en un país de la Europa Central, se llevo a cabo una fiesta que conmemoraba el día del cambio lunar, dicha fiesta fue organizada por la Directiva del Observatorio Cósmico, fiesta peculiar ese año, porque no se hizo bajo la luz de la luna y las estrellas, se llevo a cabo en un lugar que le decían el Caserón, ubicado en la calle de San Claud d´ Seillevant.
Esa fiesta fue coordinada por, Jean Pier Fontainne, director del observatorio y bohemio de afición, todos lo conocían en las esferas de juerga y fiestas, trasnochaba de bar en bar, siempre con su puro y vaso de whisky. Organizar esa fiesta les llevo un par de semanas, ya que idearon realizar juegos de cartas, veladas teatrales y condecoraciones a los científicos más influyentes a nivel académico, reconocimiento que también obtuvo Jean Pier Fontainne, por su entrega al servicio cultural y académico.
Llama la atención que nuestro ilustre Jean Pier, vivía desde hace varios días al evento, una fantasía, la cual consistía en ver a su musa, ataviada en sus brazos, rodeada por sus besos en la fiesta que estaba organizando, de una u otra forma, la imaginaba límpida a sus sentimientos y creía que todo lo que él le propusiera esa noche, bajo el bello resplandor de la luna llena, ella románticamente asentiría todo tipo de propuesta; tomando en cuenta que la intención de Jean Pier yacería en poner todo su amor a los pies de su admirada. Esta linda musa se llamaba Marie Beliuev Montesfar a la que el muy cariñosamente apodaba Selene, porque era la diosa de sus noches.
En los días previos al evento Fontainne, le insistía Marie Montesfar que asistiera a la fiesta que él, estaba organizando para los científicos adscritos al observatorio, Marie de forma esquiva y maliciosa le decía que tal vez llegaría pero que no le daba seguridad, expresiones que invadían a Jean Pier en un socavón constante, Marie le insistía que invitara también a sus amigas ya que si ellas asistían, lo pensaría. Montesfar hacía gala de su belleza y el asedio de muchos pretendientes, hasta se podría decir, que se daba el lujo de seleccionar a quien le dirigía la palabra, eso Jean Pier lo sabía de sobra, y pensaba que por no tener algunas de las condiciones de existencia vital para su cortejada, las cuales él reprochaba, nunca podría conseguir el amor de su musa Selene.
El día de la fiesta se llegó, Jean Pier, hizo caso a su instinto o sueño repentino y ese día vistió todo de negro, siempre asociaba la vestimenta negra como elegante y siendo el organizador del evento se tenía que lucir, sin dejar de mencionar que un gran número de científicos mujeres lo incitaban a bailar alguna melodía, declamar un verso o beber una copa en cualquier bar, junto a ellas. Empezada la noche mientras recibía a los invitados, alzo su mirada hacia la puerta principal y ahí estaba su Musa, de pie, como una princesa esperando a su escolta para bajar al gran banquete, ella misteriosamente también vestía de negro, Fontainne, no lo podía creer, llegaba vestida como él la había imaginado innumerables veces, se acerco a ella, y el brillo de sus cafetos ojos lo dejaron atónito, siempre se había dicho que Jean Pier era un galante, exquisito y sofisticado amante, pero esta vez, por primera vez, temblaba como un adolescente que se enfrenta a conocer el sutil olor de la carne.
Fue Marie Beliuev, quien inicio la conversación, le pidió que la acompañara hasta el centro de la fiesta para buscar a su amiga, Madeline Burcast; Jean Pier, no lo podía creer, llevaba del brazo a su musa a la fiesta que había organizado y sabia que los ojos de más de doscientas personas se fijaban en ellos, y en lo bien que se veían juntos, parecían una pareja del ducado medieval que se presentaban al investimento de una nueva dinastía, y así recorriendo cada metro del salón de baile, logro dejar a su musa con sus demás amigas, obteniendo el trato de bailar un par de melodías juntos.
La noche trascurría y Jean Pier saludaba a todas las personas que llegaban, departía con algunos, bromeaba con otros y bailaba con todas las invitadas a las que se lo había prometido, sin descuidar por supuesto el instante mágico que tanto tiempo había buscado, bailar y declararle su amor a la musa de lustre sentimiento. Marie Montesfar por su parte dejaba que cual mas galante auspiciador, político o científico se le acercara para proponerle bailar, y escogía la melodía y la persona como si estuviese escogiendo avellanas cerca de un cerezo; su determinación era férrea, Jean Pier, la observaba y se preguntaba si ella ya había dilucidado sus intensiones y si era así, pensaba que su comportamiento se dirigía a fustigarlo con celos mal fundados, Marie se lucia en la pista de baile, con su belleza, porte y vestida de arrogancia y altanería, dejando un halito de perfume en cada metro que recorría al compás musical.
Por fin Jean Pier se acerco a ella, le propuso bailar un par de canciones, llego el momento que tanto se había imaginado, el momento perfecto, nada podía salir mal, después de esas canciones la fundiría con un beso tierno y apasionado y gritaría a los cuatro vientos que amaba a la mujer de sus sueños y que el destino le había permitido ser correspondido, que desde ese momento seria la pareja envidiable, ya que juntos recogerían la armonía del universo, al fin dos almas unidas por el destino, y discrepadas por el tiempo, estarían juntas para ser una sola persona, una esencia, ambos vivirían un amor esencial.
Ante su pregunta Marie Montesfar, contesto que no querría bailar, a Jean Pier se le vino el mundo abajo, su corazón se hizo un cascote, ella manifestó que prefería caminar por las áreas abiertas del caserón, que necesita aire y querría descansar un poco. El caído Fontainne se dio cuenta que tenía que cambiar de estrategia rápidamente, la cual no le costaría, porque en sus noches de sueños ya había concebido otras posibilidades, de cómo llevar a cabo su tan planeado proceso de amor; no contaban que al caminar juntos y buscar un lugar de descanso para Marie, muchas personas se detendrían a saludarlos, y a felicitar a Jean Pier por el éxito de la fiesta, ambos querían sentir el resplandor de la luna, el brillo de las estrellas y la suave briza de la noche, entre abetos lograron esconderse de las punzantes miradas.
Después de mucho tiempo se dieron cuenta que estaban solos, Marie lo observaba y lo veía inquieto, en el fondo sabia que algo sucedería, luego se abrazaron, el mundo dejo de existir, atónitos se separaron del abrazo, y no dijeron nada, a Jean Pier lo invadió la cobardía y el temor a ser rechazado por la musa de sus sueños, no sabía si ese abrazo solo significaba amistad, entrega, amor, conmiseración, lastima o petición de tiempo, callado después de un respiro sonoro la invito a ir por una copa, Marie accedió con un millón de dudas en su mente, no había podido leer los ojos del bohemio, regresaron al salón y después comenzaron a bailar, los nervios habían bajado, Fontainne sabía que no había podido decir nada de sus intensiones pero su alma lo había gritado, bailando frente a frente se perdió en el centro de los ojos de Marie, su mirada lo envolvió hasta el punto de no poder proferir palabra alguna, fue un momento eterno, las melodías pasaban, ellos seguían bailando, Fontainne no lo podía creer, esa noche el tigre cazador, termino siento un cachorro cobarde, cazado, incapaz de profesar su amor, Marie Montesfar, tampoco dijo nada, bailo, cerro sus ojos, esa noche Marie conoció el mundo etéreo, su alma fue arrebatada y se junto con la Fontainne, en la ubicación del lucero azul, las horas transcurrieron, ninguno de los amantes quiso decir algo, cada uno contaba los eslabones de la cadena que se tejía lentamente, ambos disfrutaban el trato recibido y como profesantes de las estrellas, soñaban con una dimensión de éxtasis; las melodías cambiaban una con otra, las personas saludaban algunas, otras se despedían y esta bella pareja de corte medieval no pudo declarar ningún tipo de sentimiento.
Marie, se despidió con un cálido beso en la mejilla de Jean Pier, era hora de marcharse, la había pasado bien, inexplicablemente, sabía que su destino había sido atado, que esa noche dejaría huellas para siempre, a partir de ese día nada sería igual, ella viviría situaciones que nunca se habría propuesto vivir, emociones que jamás las podría concebir en su mente, en los años venideros su ser seria uno solo con el Jean Pier.
Jean Pier Fontainne, amante bohemio, se dio cuenta que por más que planeara su enviste cariñoso, solo el destino tenia la última palabra, las energías del universo lo habían llevado a otra dimensión, al espacio desconocido, esa noche no pudo estar con Marie, simplemente conoció a su Amor Esencial, es cierto no pudo presumir, se encontró con un corto tiempo sin poder tener el valor de manifestar su amor, sin el coraje de proponer una alianza sentimental con su amada Selene, se dio cuenta que estaría atrapado en las redes del destino y que jamás podría liberarse de la que llegaría a ser el motivo de su vida.
A veces lo no dicho a tiempo se convierte en la trinchera de la soledad, Jean Pier Fontainne y Marie Beliuev Montesfar, dos almas unidas eternamente, generación tras generación saben que son una sola energía cósmica, que reencarnara en otras vidas y aportaran equilibrio al mundo de los sentimientos y la razón...
A ti, Mónica…
Y concluyo, si algo debes decir simplemente dilo.
Comentarios
Publicar un comentario